lunes, 7 de febrero de 2011

¿Y si te das un respiro?
¿Qué tal si abres tu ventana?
Mejor aún…..
¿Qué tal si abres la puerta, sales, te vas a ese sitio, donde siempre se respira, donde te liberas de todo, y coges aire?
No un aire cualquiera, no el que se necesita para que el corazón siga latiendo. Coge tanto aire que sientas que en cualquier momento tus pies se levantarán del suelo haciéndote levitar, olvidándolo todo, preocupándote nada más que de mantener todo ese aire en tu interior.
Suéltalo, pero tan sólo para volver a llenar aún más tus pulmones y seguir subiendo.
Sube… Sube…
Observa el mundo bajo tus pies, mira todo lo ocurrido, tus problemas, ¿no parecen mucho más pequeños desde ahí arriba?

Respira…

…. Respira….

…Y una vez de vuelta a la tierra, con los pies de nuevo firmes sobre ella, ten siempre presente que todo pasa, que nada es eterno y nada hay seguro salvo la muerte.






martes, 1 de febrero de 2011

Anestesia








Asfixia. Falta el aire, falta oxígeno. Gritar, gritar , gritar. Más gritos, aullidos. Puñetazos a las paredes, a la almohada, a si mismo. Desesperación. Gritos ahogados  porque ya no queda voz. Afonía.
Y tiembla, y se tira en el suelo y se levanta. Se sienta y se pone en pie. Se retuerce.
Un golpe. Una puerta se abre y tan solo una mano emerge de la oscuridad del pasillo. La mira curioso, desconfiado. Es la única ayuda que va a recibir. Quizás sea la forma de escapar, de respirar aire puro.
Temeroso, aún con el pelo revuelto, con la cara desencajada, extiende también su  brazo. Busca encontrarse con aquella mano salvadora, liberadora.

Pero se despierta.